Para acercarse al máximo a esa sensación, existen simuladores como el Hexatech de Cruden. Es una solución profesional que utilizan conductores de Fórmula 1 o fabricantes de coches para notar aceleraciones y deceleraciones, que apriete el cinturón, un tacto muy realista de los mandos, visión periférica completa…
Hasta ahora había sido exclusivo para los profesionales y empresas, pero lo acaban de lanzar al mercado para particulares. Ninguna solución doméstica es capaz de aproximarse a lo que brinda este simulador, a pesar de que hay gente muy mañosa que se ha hecho cosas parecidas. Su precio: más de 130.000 euros.
Que sea para particulares no significa que cualquiera pueda permitírselo, de momento hablamos de un producto como el BMW 760Li, es para particulares pero “un poquito caro”. De modo que o bien es un juguete para ricos (cuesta como un coche de alta gama) o una inversión arriesgada de un negocio para sus clientes.
Entre sus características está la durabilidad. Los que hemos usado volante y pedales de consola u ordenador sabemos que con un uso exigente duran más bien poco. Los fabricantes del Hexatech aseguran que dura unos 10-15 años. Por lo que cuesta, no esperaba otra cosa, si no ¡vaya negocio!
Tres pantallas de 42 pulgadas nos meten de lleno en el mundo simulado, haciéndonos perder la noción de la realidad. Ocupa casi tres metros cúbicos y requiere un piso que aguante una tonelada por metro cuadrado. El cliente elige qué tipo de simulación quiere y se hace a medida. Se lo pediré a los Reyes Magos, a ver si cuela.