Hoy en día una de las principales críticas que se le hacen a los superdeportivos actuales, es que son coches demasiado fáciles de conducir. Walter Röhrl dice que “un coche solo es lo suficientemente rápido cuando por las mañanas te da miedo abrirlo”. Personalmente creo que ni tanto ni tan poco.
Está claro que estamos asistiendo a un momento muy afortunado para los que nos gustan los coches deportivos, y no lo digo porque estén precisamente baratos. Lo digo porque, nos guste o no, hoy en día casi cualquiera puede ponerse a los mandos de un superdeportivo como el Porsche 911 Turbo y disfrutar al volante.
Hace solo una década y media, coches de la talla del Porsche 911 Turbo eran máquinas que había que pilotar más que conducir, y esto restaba oportunidades de venta, ya que el que quería tener un 911 se decantaba por las versiones más básicas y el Turbo quedaba relegado al coche para los auténticos amantes de la conducción y gente con muchas “manos”.