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15 de noviembre de 2011

Vuelve TVR, aunque no como esperábamos

Admito que siempre he sentido una cierta debilidad por la marca TVR. Sus deportivos siempre han sido un claro ejemplo del “menos es más” que también han pregonado otros fabricantes británicos como Lotus. De hecho, por no tener, los TVR se ofrecían sin control de estabilidad… y algunos ¡incluso sin ABS! Todo enfocado a maximizar la experiencia al volante.

Desgraciadamente, la marca que durante muchos años estuvo afincada en Blackpool siempre ha ido un poco a su aire, ofreciendo productos muy personales, con muy pocas concesiones al confort, y que raras veces podían competir contra sus rivales de Lotus, Caterham o marcas más comerciales como Porsche. En consecuencia, y a pesar de los esfuerzos de su joven propietario, el ruso Nikolai Smolenski, el pequeño constructor tuvo que bajar la persiana hace unos años.

Desde entonces, los rumores acerca del retorno de TVR han estado a la orden del día. Unos rumores que podrían haber llegado a su fin ya que, tal y como anuncian en su renovada página web, el fabricante británico vuelve a estar operativo. No obstante, este esperado retorno no es un “retorno” como tal, con nuevos modelos y un ambicioso plan de expansión a cinco años. Más bien lo contrario. Según parece, Smolenski parece haber cambiado el enfoque de la compañía, centrándose en los modelos ya fabricados, como si de un especialista de tratase, en lugar de basar su negocio en el desarrollo y la fabricación de nuevas propuestas.

A partir de ahora, la nueva TVR ofrecerá “actualizaciones” de sus últimos modelos para clientes de la marca. Como si de un ordenador de tratase, vamos. Esto afecta a modelos como el Sagaris, el Tuscan descapotable, el Tuscan MK II, el Cerbera, Chimaera o el veterano Griffith. La novedad más importante es que ahora se podrá montar un motor Chevrolet LS3 de 6.2 litros, capaz de rendir una potencia de 426 CV y un par máximo de 570 Nm, en lugar de los V8 de origen Rover y los seis cilindros en línea desarrollados en Blackpool por la propia TVR. Estos motores van acoplados a un cambio manual de cinco relaciones reforzado, mientras que los frenos y el interior también se han puesto al día.

Lo curioso del caso es que TVR ofrece estos paquetes de “actualización” tanto para personas que ya tengan un TVR en su garage como para nuevos clientes. En este sentido, y según explican en su renovada página web, TVR ofrecerá sus modelos de siempre (incluso el Griffith, que data de finales de los años 80) como si de modelos nuevos se tratase, lo que incluye una garantía de dos años. La pregunta que me hago es ¿a quién le interesará cambiar un motor original por un propulsor LS3 de Chevrolet? Es cierto que se gana en fiabilidad y en prestaciones, pero por otro lado se pierde en historia y en todo aquello que hace de TVR lo que es - lo que, curiosamente, también incluye la nefasta fiabilidad que siempre ha caracterizado sus modelos. ¿Acaso os gustaría ver un BMW M3 con un V8 norteamericano, simplemente porque es más fiable? Pues eso.

A título extra, hay dos cosas de su página web que me han llamado poderosamente la atención. Una es el escudo, recuperando de esta manera el emblema original de 1954 en lugar de usar el más moderno que todos conocemos. La otra es que, según se puede leer al final de la web, en la parte inferior, la “nueva” TVR ha dejado de ser británica para convertirse en TVR GmbH, con sede en Viena, Austria. No obstante, su “central operativa” sigue estando en el Reino Unido, concretamente en las instalaciones de TVR Power Ltd., uno de los especialistas más reputados en los deportivos de desaparecido (o no) constructor británico.

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