A la hora de transformar una moto, hacer las cosas dentro de la ley puede ser mucho más costoso y complicado de lo que nos podemos pensar. Cualquier pieza tiene que estar homologada, y aquí no vale inventar nada, así que buscando en el baúl de los recuerdos, o sea mi otro garaje, que parece ya un desguace, encontré varios elementos que me podían servir para dicho propósito.
-Un tren trasero completo de la Yamaha 1000 Exup o sea, el basculante con su llanta ancha, ideal para cambiar el ridículo neumático de 140 por uno más gordo, un Avon de 190. Su montaje fue relativamente fácil: tan sólo tuve que cortar un poco de ancho y fabricar unos casquillos de adaptación al torno.
-Un piloto trasero procedente de una Aprilia SR. Montar este nuevo elemento no fue tarea fácil; primero a base de soplete y un gato, conseguí que el subchasis trasero subiera hacia arriba, de esta forma el culo empezaba a coger forma y carácter fighter. Luego lo corté un poco de largo y procedí a colocar las placas; las originales, que se modificaron aplicando la técnica del term-forming (termoformado: calentar con un decapador hasta que el plástico se pueda moldear para darle una nueva forma), así conseguí que las tapas laterales que forman el colín se adaptaran al nuevo piloto.
-El frontal surgió casi por casualidad al abrir una caja arrinconada. Allí estaba, junto a una máscara de gas con faros elipsoidales, una careta de fibra muy radical con óptica de Gilera DNA, que compré por 300 euros en mi primer viaje a Fighterama hace ya unos años. Su montaje fue fácil, sólo hubo que crear unos soportes específicos que se colocan en las barras y pasan totalmente desapercibidos.
Eso no es todo…
El trabajo realizado hasta el momento por sí solo prometía, pero puestos en materia no podía quedarse en eso todo. Se pintó el chasis en blanco perlado con brillo, la horquilla se desmontó y recortó su recorrido, consiguiendo con ello más agresividad. Se recurrió a Galfer para cambiar todos los discos de freno por unos Galfer Wave, aprovechando para pintar las pinzas en rojo. La instrumentación ahora está repartida, parte sobre el faro, cuentakilómetros, junto a un desconectador y pequeños leds de testigo y la tapa del falso depósito que se modificó para incorporar en ella el cuentarrevoluciones de serie. Ambos relojes tienen unos fondo de marcador personalizados obra de Fabián Estudi de Disseny.
Los conductos de la toma dinámica de aire se han dejado saliendo del chasis, colocando en ellos unos filtros de aire cónicos en cuya punta podemos ver unos pequeños intermitentes procedentes del Fiat Cinquecento. Todo esto, junto a mil y un detalles: tapón de aceite con termómetro, tonillo de fijación de tija con reloj, protectores de caída LSD, bomba radial Nissin, transmisión Renthal, cadena de color azul…
El toque final a este trabajo llamado Stream fue la pintura. De ello se encargó Miguel, de Custom Style, quien realizó una increíble pintada a la moto, a juego con el casco y el coche; un trabajo más completo es imposible. El color elegido fue un blanco perlado que para desmarcarse se dejó satinado, o sea ni brillo ni mate. Sobre el blanco se combinaron franjas de color azul sombreadas con negro mediante el aerógrafo. Las llantas también se pintaron. Por último, el sillín se tapizó con el mismo tejido que se utilizó en el interior del coche, una piel especial para barcos de color azul.
Atención:
Cuando miréis esta moto preparada por Cas Racing, debéis tener presente que el trabajo en cuestión fue realizado hace más de tres años, y es que a este preparador le gusta avanzarse a los tiempos. Con el proyecto Stream quería marcar tendencia, y lo ha hecho; tan sólo tenéis que mirar su color, que está a la última.
Via: maximototuning