Cuando el nuevo Trabant hizo su aparición en el IAA de Frankfurt en otoño de 2009, no solo consiguió recuperar los recuerdos (no necesariamente buenos) de muchos alemanes orientales que, en su día, tuvieron la suerte de poder disfrutar, generalmente tras muchos años de lista de espera, de uno de aquellos peculiares automóviles con su carrocería de “cartón-piedra” y su motor de dos tiempos más propio de un ciclomotor.
Además consiguió despertar las esperanzas de un buen puñado de potenciales clientes que soñaban con poder adquirir una nueva versión de aquel “coche del pueblo comunista”, esta vez con tecnología más moderna y sin depender de las imposiciones de un gobierno dictatorial.
Sin embargo, muchos de ellos se habrán sentido decepcionados al enterarse de que el fabricante Indikar (que se iba a encargar de la fabricación de las primeras series) reconoce que no podrá complir su promesa de poner en el mercado el nuevo modelo a lo largo de 2012. El problema estriba, como era de esperar, en que aún no han encontrado financiación para llevar a cabo el proyecto.
En un principio, el New Trabant tenía previsto su regreso al mercado automovilístico a lo largo de 2012 vestido con una carrocería remodelada pero que recordaba sin ningún titubeo al modelo original, y propulsado por un motor eléctrico de 45 kW de potencia que, a buen seguro, no daría ni de lejos los infinitos problemas que solía acarrear a sus dueños el motor del modelo original.
Pero, de no cambiar la situación pronto, en nuevo “Trabi” podría acabar durmiendo el sueño de los justos por falta del verdadero combustible que mueve el mundo: el dinero. La búsqueda de un inversor discurre con mucha lentitud, como si no se quisiera olvidar el espíritu del coche original. El montante de la inversión ronda los 30 millones de euros, pero hasta ahora no ha aprecido nadie dispuesto a arriesgar el capital necesario para volver a la vida al Trabant.
