Los más mitómanos dentro del mundillo de los 911 sabrán que el primer Porsche 911 Turbo se presentó como un modelo de 1974, aunque sus primeras apariciones en público fuesen a finales de 1973 en el Salón de París y en el Salón de Tokyo. Lo que muchos no saben es que la primera unidad fue un modelo de 1973, concretamente un 1973 Porsche 911S.
Lo que ocurre es que ese 911S, que pertenecía a Helmuth Bott, ingeniero jefe de Porsche en aquella época, se utilizó como prototipo para la construcción del embrión del Porsche 911 Turbo, que es el que vemos en las imágenes y que también es la misma unidad que estuvo de gira por los salones internacionales como muestra de lo que estaba por llegar.
La carrocería de ese 1973 Porsche 911S se ensanchó en los pasos de rueda, lo que después se tradujo en las formas clásicas de los 911 Turbo 930 y 964, y se le añadió unos de los toques más personales e identificativos del modelo, el alerón en forma de cola de ballena, que perdura hasta nuestros días.
Lo que está claro es que los prototipos de antes no son como los de ahora, puesto que tras acabar su periplo por salones y demás presentaciones, este 1973 Porsche 911 Turbo pasó a ser un coche de competición tras pasar por el tratamiento de unas siglas también famosas dentro de Porsche, RSR o RennSport Rennwagen.
El cubicaje del motor se subió en la factoría de Stuttgart hasta los 3 litros y el coche pasó a manos de Allan Hamilton, quien compitió con el coche en varias carreras durante los años 1974 y 1975. A partir de entonces, se convirtió en pieza de coleccionista por méritos propios.
No sólo es el primer Porsche 911 en contar con un motor sobrealimentado por un turbo, sino que también es la primera unidad, y además funcional, de una estirpe de deportivos que ha hecho mella en la mayoría de los amantes del mundo del motor. Como decía, una pieza de coleccionista en toda regla.