En ocasiones los sueños también se hacen realidad, aunque para ello haya que trabajar duro como es el caso. Esta entradilla tan filosófica se debe a la historia de Orlando M., un preparador polaco que ante la imposibilidad de adquirir un Bugatti Veyron real por su desorbitado precio se aventuró en la difícil empresa de crear su propia réplica del superdeportivo más rápido de la faz de la Tierra, y lo más difícil, hacerlo creíble.
Para ello decidió emplear la plataforma de un Porsche Boxster, el deportivo descapotable de Stuttgart, con su motor central trasero y una batalla 30 centímetros más corta que la del Bugatti Veyron. Aún así parece que el chasis del Boxster es el que mejor se adaptaba al proyecto que Orlando M. tenía en mente y en el que aún sigue inmerso para disponer en un futuro próximo de su réplica. De hecho en los siguientes vídeos podréis comprobar el arduo trabajo para dar forma a la carrocería.
Normalmente las réplicas a las que nos hemos enfrentado en Diariomotor dejan mucho que desear y no sólo no se parecen en casi nada al modelo que intentan imitar, sino que encima dan la impresión de ser incluso peores que el deportivo “económico” en el que se basaron. Viendo el trabajo de este preparador al menos le concederemos el beneficio de la duda.
Basta contemplar los vídeos y ver con que pasión describe Orlando M. su proyecto. Asegura que su objetivo no es entrar en su creación y pensar “estoy en una réplica de un Bugatti” sino creer realmente “estoy en un Veyron”. Por si no fuera poco adelanta que su objetivo es emplear un motor con una potencia de 900 CV y conseguirlo con un peso en vacío de 1.360 kg. Un Bugatti Veyron real homologa 1.001 CV para 1.888 kg, con lo cual el superdeportivo de Orlando M gozaría de una relación peso/potencia incluso mejor.
Obviamente, el trabajo de un entusiasta no podrá igualar los millones invertidos por el grupo VAG para diseñar el deportivo más rápido del momento. Pero estas cifras son suficientemente esclarecedoras como para tomar en serio el trabajo de este hombre. La carrocería por cierto ha sido esculpida en fibra de vidrio sobre un molde de arcilla que sin ser exactamente igual que el original sí que es suficientemente creíble.
Por internet pululaban algunas imágenes que alegaban ser del resultado final de este proyecto. Pero por desgracia no lo son y en realidad son imágenes de un Bugatti Veyron real. Orlando M. aún sigue trabajando en su máquina que por desgracia para más de uno estará destinada a su uso personal y no a una futura venta.